Resumen(5)

En el pasillo del tren, unos diez minutos antes de que se detuviera, me encontré a la chica rubia de nuevo. Ella estaba mirando por la ventana, viendo por primera vez los paisajes finlandeses. Yo me puse a hacer lo mismo y al final empezamos a hablar un poco.

Se llamaba Beth y era de los Estados Unidos, de un pueblo cerca de Washington. Estaba un poco cansada por el síndrome del Jet Lag, pero ilusionada por estar en Finlandia. Creo que hacía forestales, pero no puedo recordarlo; la mayor parte de la gente que hay en Joensuu hace forestales.
Estuvimos hablando un rato sobre mi mal inglés (no tan malo, pero me gusta que me digan que no es tan malo) y sobre el por qué de nuestra decisión de Finlandia y otros temas. Al final averiguamos que vivíamos en la misma calle (Latolankatu aka Latinlankatu; katu = calle).

Finalmente el tren llegó a su destino y bajamos, junto a la otra chica que había estado con nosotros en el tren, pero que no salió de su cabina hasta el final del viaje. Andamos por el andén y llegamos al corro de tutores Erasmus, cada uno con sendos papeles con los nombres de los tutoreados.

En Helsinki había enviado un mensaje a mi tutora, Henna, diciéndole que llegaba veinte minutos antes de lo que en realidad el tren llegaba, por un descuido; de modo que me puse a buscar una cabina con la que poder llamar a mis padres, pero de nuevo todas eran de tarjeta y no me apetecía intentarlo con mi tarjeta de crédito.

En el tren me había tenido que poner una sudadera, ya que mi camiseta de manga corta y mi chaleco de plumas no eran suficientes para la fría mañana de Joensuu; asique pertrechado de este modo recorrí un poco los alrededores de la estación, manteniéndola siempre a la vista.

A la hora especificada apareción Henna (bendita puntualidad Finlandesa) con otra amiga y con un coche viejo y blanco. Se presentó, presentó a su amiga y me presenté. La amiga venía porque Henna no tenía coche. La cuestión es que al menos iba en coche y no tenía que pedir uno de los asquerosamente feos taxis grises de Joensuu, como le pasó (por ejemplo) a Pablo con la misma tutora. En el viaje fuimos hablando de algunas cosas, como diferencias entre Joensuu y Alcalá y cosas por el estilo.

La chica condujo un rato por las calles que poco después conocería como la palma de mi mano, pero que me tenían complentamente perdido en ese momento. Una de las cosas que más me extrañó era que había mucho bosque y pocas casas. Las casas que veíamos eran casi todas viviendas unifamiliares, construidas completamente distintas unas a otras, con un pequeño edificio apartado que tal vez puede ser la sauna familiar o un trastero. Tras un corto paseo arrivamos en Rantakyllä (rántacula) y ví por fin cómo se distribuían los números de los pisos en Finlandia.
Todo lo que sabía de dónde iba a vivir era la dirección: Latolankatu 9H 76c. En Latolankatu hay varias series de edificios de tres plantas, cada uno de ellos o cada conjunto de ellos con un número. Dentro de ese pequeño barrio empiezan las letras de los portales. En mi caso la H. Y finalmente, 76 es la puerta de mi casa, siendo la c final el número de la habitación en la que duermo.

Henna y su amiga, de la que jamás podré recordar el nombre, me ayudaron con mi equipaje y entré en la casa.