Índice de morriñas en el extranjero

Como todo post que se convierte en serie de posts con el tiempo, hay que hacer un índice o una mini categoría. Esta es la propia de las cosas que echo de menos (y no) en el extranjero. Última actualización de Abril de 2016.

Cosas que echo de menos en el extranjero:

  • Mi coche: Es cosa española eso de tener coche antes que un piso, y en el norte de Europa y tan acostumbrado a la bicicleta o a un eficiente transporte público, con menos tráfico en las calles, echo de menos conducir mi coche.
  • El Sol: que España es el país del sol parece un tópico, pero los españoles que nos hemos movido más al norte de Europa sabemos que es verdad. Y a veces se echa de menos vivir con tanto cielo despejado.
  • Atardece en el extranjero, en Berlín
    Y lo echo de menos viviendo en el extranjero. Hoy en día, en Berlín.

  • El agua del grifo: porque en España, aunque poca, tenemos una de las mejores aguas del grifo de Europa (aunque depende de las regiones: yo hablo al menos de la de Alcalá)
  • Los ascensores: al no construir edificios tan altos en el norte de Europa, o ser de construcción antigua, la mayoría de los edificios no tienen un ascensor. Y a veces, se echa de menos.
  • Las bañeras: esos malditos pero prácticos platos de ducha que hay en los pisos de estudiantes. No es que las use mucho, pero el espacio para ducharse aumenta y se le pueden dar varios usos, como poner cajas de cervezas a enfriar.
  • Las gafas de sol: el norte de Europa está más nublado. Mucho más nublado. En España las gafas de sol son tan necesarias que al final se convirtieron en parte de mí y sinónimo de buen tiempo. Y por eso las añoro.
  • Lo cañí: no será algo exactamente glamuroso español, pero habiendo crecido rodeado de ciertos símbolos como los toros, flamencorro, etc. hace que haya surgido una extraña morriña al no tenerlos alrededor.
  • El vino: por supuesto no toco yo una botella a no ser que venga de España, y por tanto hay que pagar el plus del transporte. Aunque con los años voy conociendo sitios que van teniendo más y más marcas, sigue siendo una pena que no haya tanto, ni a precios tan irresistibles.
  • Vino Don Sancho
    Esto es a lo máximo que podían aspirar los Erasmus en Finlandia: un peleón por 5€.

  • Ver a lo lejos: donde vivo ahora solo veo el siguiente edificio, e incluso cuando hay un parque no hay montañas. Es un cierto ambiente opresivo que no ocurre en España, donde montaña, mar y colinas son lo que domina el paisaje. Y da gusto.
  • No cargar con nada: fuera de España lo normal – incluso en el verano – es llevar algo contigo: una mochila o bolsa de tela con cosas como un cárdigan porque luego hace frío, un paraguas porque es probable que luego llueva, etc. En definitiva, algún tipo de bolsa que se llevan “por si acaso” o porque sabes que te va a cambiar probablemente el tiempo. Y eso, en España, no es necesario. Da libertad. Da gusto saber que todo va bien.
  • El huso horario español: que se haga tan tarde de noche da la vida durante el invierno, otoño y primavera. Y además en verano se hace de noche antes que en el norte y centro de Europa. Win-win para los españoles. ¿Sabías que a los extranjeros también les encanta el huso horario español? Claro, haciéndoseles de noche a las 15h-16h en invierno…

Y estas son las cosas que, por el contrario, NO echo de menos para nada:

  • Las franquicias: ese terrible modelo español de hacer negocio sobre seguro y que usa la uniformidad y el márketing de la peor forma posible. España está plagadita de franquicias, y Finlandia más o menos también.
  • Las madres más mayores: en otros países donde la gente se independiza antes, el complejo de Peter Pan se va diluyendo poco a poco. No vivir con padres desde los 18, tener más dinero, etc hace que la gente se estabilice y empiecen a surgir niños como setas. No me gusta tener que estar siempre en alerta amarilla.

Como siempre, este post se irá actualizando según vaya añadiendo cosas que echo de menos (o todo lo contrario).