Rusia(7)

Fuimos a dejar los abrigos al entresuelo al lado de las taquillas y como creía que no se podían llevar cámaras dejé la mía en el ropero. Como creo que ya he dicho, una de las cosas buenas de Rusia es que no hay que pagar por el ropero nunca. También fuimos al baño conscientes de que a lo mejor dentro no era tan fácil encontrar uno y nos encontramos con los peores baños que he tenido el gusto de pisar. A parte del olor nada agradable, las paredes tenían rastros marrones, como si agua marrón hubiera bajado desde el techo hasta hacer una pequeña catarata y se hubiera quedado la marca. Marrón y ancho arriba y poco a poco más pequeño y más marrón hasta el suelo. Salimos de allí bastante contentos con haber pisado esos baños.

Dentro del Hermitage al principio me fuí con Marta y con Raquel, y la verdad es que como era tan grande el museo tampoco nos encontrábamos con tanta gente por los pasillos.
Pasamos directamente de la planta de abajo, la de las esculturas, y nos fuimos a la segunda (parece que en el resto del mundo menos en España la segunda planta es… la primera y la primera es el bajo). Y empezamos por la colección renacentista.
Tampoco íbamos siguiendo rumbo alguno, pero como el museo era tan enorme no nos encontramos dos veces con las mimsas cosas.

Una de las piezas centrales del museo son los DaVinci que hay por ahí, pero también tenían una decente colección española y una bastante impresionante italiana. Después de un rato perdí a Marta y Raquel y me quedé dando vueltas por el museo hasta el meeting en el autobús, a las 5, aunque me encontré también por los pasillos a los de Turku y me quedé un rato hablando con ellos. Me dijeron que estuvieron en la tercera planta viendo los Picassos y en la última media hora, en la que estaba cansadísimo después de andar y estar de pie durante cinco horas por el museo.
La verdad es que merece la pena ir a San Petesburgo solamente por el Hermitage. A las cinco salimos todos los que habíamos quedado para ir andando, recogimos las cosas del bus y allá que nos pusimos en marcha.

El Hermitage está relativamente cerca de los Campos de Marte, de modo que lo primero que hicmos al salir los que nos quedamos para andar, Joensuu team (Florian, Thomas, Marta, Raquel y yo) con Diego e Ibai de Turku; de modo que nos fuimos a ver la llama eterna.

Bruja!

De allí fuimos a la Catedral de la Sangre Derramada de nuevo, y que estábamos cerca, y desde allí, mapa en mano y cruzándonos con más españoles haciendo exactams ente lo mismo que nosotros . Nos quedamos dando una vuelta a los puestos otra vez, para ver cosillas y mirar precios y desde allí nos fuimos a la calle principal.

Andamos para arriba la calle principal, esta vez sin Thomas, que tenía prisa porque había una de esas visitas guiadas que organizaba la agencia de viajes, un tour en barco por los canales de San Petesburgo.

Se me olvidó comentar que el día anterior por la noche Thomas se fué con otro grupo de fiesta y, a la hora de irse, los demás se fueron mientras él estaba en el baño. Cual sería su sorpresa cuando se encontró solo en el bar y se tuvo que ir.

El pobre Thomas no sabía donde estaba el hotel porque no tenía mapa, de modo que se decidió a preguntar a unos policías que estaban por ahí de patrulla. Los amables policías le dijeron que se desnudara de cintura para arriba, le contaron el dinero, se lo devolvieron y le dijeron que se marchase sin decirle dónde quedaba el Hotel Sovetskaya. El pobre Thomas, claro, medio borracho y en medio de San Petesburgo sin saber a dónde ir les preguntó a otro par de guardias, que por no ser menos que sus compañeros le dijeron que se desnudara, le contaron el dinero y esta vez sí que se lo quedaron. 2000 rublos que al cambio son unas 10000 pesetas (1 rublo es más o menos un duro) o 60 euros.
Lo que no sé es como llegó al final al hotel.

Nosotros, como decía, seguimos andando por la calle principal hasta que empezó a hacerse lo suficientemente de noche, con lo que nos dirigimos al hotel para descansar un rato y pensar en lo que haríamos por la noche.
En el camino, pasamos por delante de los omnipresentes McDonalds, pero con un aspecto un poco diferente.