Rusia(6)

Después de dar un paseo por la Sangre derramada volvimos al bus y seguimos con el tour. Desde el bus vimos también la llama eterna, que creo que recuerda a los caídos de la segunda guerra mundial, pasamos después por los Sama Gardens, unos jardines que hay enfrente del río poblados de estatuas de corte italiano renacentista (de hecho fueron construidas por un italiano del renacimiento).

Al otro lado de los Sama Gardens podía verse la fortaleza de San Pedro y San Pablo. Cruzamos el río e hicimos otra parada cerca de ella.

Me han dicho que en la marina rusa se liga mazo
La fortaleza es lo que se ve al fondo

Como en todos los lugares en los que parábamos, había un grupo de rusos con sombreros rusos de todo tipo, como el que se ve en la imágen de arriba, de los típicos con pelo por todas partes que siguen llevando realmente los rusos (se ve sobre todo el los soladados del ejército) o de los que se podían ver en la segunda guerra mundial (tipo el que llevaba Jude Law en la película Enemigo a las Puertas), estos últimos forrados de pins y con parches de la marina y el ejército del aire rusos. También traían bolsas de Matriuskas a buen precio pero no tan buena calidad como las de los puestos y sets de postales de la ciudad. Siempre había alguien que compraba algo y regatear se convirtió en algo bastante divertido.

Junto al Neva
Junto al Neva
Al lado de donde nos paramos esta vez también se erigía el puente más famoso de San Petesburo, que puede verse en la imagen detrás de mí y que, según nos contaron, por las noches se levantaba y si te quedabas al otro lado no podías volver .

Esta es la foto del puente levantado (no mía, yo no lo llegué a ver levantado).

Después de montarnos otra vez y dar un par de vueltas más por San Petesburgo sin nada especialmente remarcable el Tour terminó en la plaza principal de la ciudad, donde se encuentra el museo más famoso de Rusia, el Hermitage (también conocido como el Louvre Ruso).
Antes de despedirse de nosotros la guía de la visita nos dijo que uno podía pasarse días enteros viendo todo lo que había en el Hermitage (cierto, si atendemos a cómo es el edificio desde afuera), y que su recomendación personal es que fueramos directos a la planta segunda para ver los cuadros del renacimiento por allí, además de algo impresionista.

Nos bajamos del bus y fuimos para allá.

Plaza del Hermitage

Plaza del Hermitage

Haciendo el tonto
Haciendo el gamba

En el Hermitage se puede entrar si eres estudiante gratis, presentando una tarjeta de estudiante. Al entrar nos encontramos con un grupo de soldados rusos en la puerta y nos hicimos una foto con ellos.
De hecho, en vez de cabrearse, hasta nos prestaron alguno de sus gorritos para hacernos las fotos con ellos.

¿Quién se ríe de quién?
¿Quién se esta riendo de quién?

Estoy por alistarme...

A la hora entrar vimos que el museo estaba lleno de los típicos grupos de niños del colegio, todos con sus profesores con cara de rusos. Nos pusimos en la cola de los tickets y me di cuenta de que no tenía el carnet internacional del estudiante y aún no me había llegado el carnet de la uni de Joensuu. Además pensé que cómo demonios iba a saber la taquillera rubia con el pelo rizado que el carnet era de estudiante y no del Jippo Joensuu, de modo que cuando me tocó el turno le enseñé el carnet de descuento en los trenes de Finlandia y me dió mi ticket gratis.



Rusia(5)

Después del Marstall (nos fuimos a horas decentes para poder ver San Petesburgo al día siguiente) fuimos a por un taxi, cometiendo el error de coger uno de los taxis ilegales que había aparcado fuera (coger un taxi enfrente de un sitio para turistas es clavada segura). Después de lo que pareció una carrera por las calles de San Petesburgo casi a cien por hora llegamos del nuevo al hotel Sovetskaya.

Por la mañana me levanté a horas tempranas para ir al desayuno y de ahí hacer el tour en bus por la ciudad.

Desde la ventana
San Petesburgo desde el Sovetskaya

Acto seguido y con un poco de resaca (hangover, palabra útil en inglés) de la mezcla de cerveza y vodka fui a desayunar, arramplando con la pésima comida que allí había porque era lo único que había. Crosissants rancios, dos tazas de café malo, tostadas sin tostar y algún bollo horrible fueron mi desayuno. Después de eso, a por la mochila del día y al autobús a hacer las visitas de rigor.

Fui el último en llegar al bus y después de eso arrancamos. Había una guía turística, creo recordar que llamada Nina que nos íba explicando cosas de San Petesburgo, como que antes fue Leningrado (pero no Stalingrado, como se puede leer en muchos sitios; Stalingrado fue Volgogrado), como que las casas están descascarilladas por estar construidas después de la guerra y que aunque los pisos sean una basura se paga una millonada por ellos, y la mayoría de los rusos no pueden costearselos.

Durante el tiempo en el que estuvimos en el bus la guía iba señalando a izquierda y derecha y explicando cosas, y cada cierto tiempo hacíamos una parada de unos cinco minutos, en los que todos bajábamos a ver algo especial de la ciudad, mientras la guía nos explicaba las cosas más interesantes del lugar y después teníamos tiempo para sacarnos unas fotos.

La verdad es que no me gusta nada esa manera de ver ciudades, todo de pasada y sin poder quedarte con los nombres de las cosas que has ido viendo porque las has visto treinta segundos. La parte buena es que no te dejas en el tintero casi nada, pero no ves nada en profundidad; no pasas tu tiempo como quieres, te lo dan en un formato cerrado de lo tomas o lo dejas. Es una verdadera lástima pero el viaje era así. Luego tendríamos algunas tardes libres para ver más cosas si queríamos.

La primera parada de la gira fue la catedral de S. Isaac, iglesia reconvertida en museo, como casi todas las que hay en Rusia, aunque algunas de ellas aún ofrecen servicios religiosos una vez a la semana.

St. Isaac.

Ei, que tipo mas guapo.

De ahí recogimos y seguimos andando por la ciudad, pasamos por la calle principal de San Petesburgo, toda blindada de tiendas a ambos lados, y llegamos aquí:

Spanish group
San Nicolás, bastante bonito. Los de la foto todos españoles.

Una vez más nos metimos en el bus y pasamos frente a los campos de marte de San Petesburgo, cerca de la catedral de la Sangre Derramada. Allí hicimos una parada de unos minutos para sacar fotos y ver un poco las tiendecitas.

Florian y yo.
La catedral de la Sangre Derramada tiene su nombre porque fue asesinado allí en zar Alejandro Segundo, y, como dije antes que era común, hay un museo dentro en el que hay que pagar por entrar con descuento para estudiantes y al que no entré.

Enfrente de la catedral había unos treinta puestos de Matriuskas y material ruso vario del que no hice uso en las varias veces en las que estuve allí, pero que tenían de todo lo que uno quisiera comprar típico ruso.
Puestecillos



Star Wars

EL otro día me enconré de casualidad en el Antilla con que ha salido el DVD del Episode III.

La cosa es que aquí se llama Sithin Kosto.
Interesante…

El costo de los sith.
Fuente.



Rusia(4)

En la cena nos pusimos en la mesa Marta, Raquel, yo, Ibai y Maxim y su novia cuyo nombre no recuerdo pero que todo el mundo recordará por lo que pasaría al día siguiente.
A Ibai le conocimos en la parada de la estación de servicio rusa; era vasco, grande, muy majete y venía de Turku. Maxim y su novia eran de Joensuu y creo que, al menos Maxim vive en Latolankatu, pero no estoy seguro.

Cenamos haciendo el intento de hablar en inglés pero no siempre era posible. La cena no fue horrible del todo y cuando acabamos nos fuimos a tomar un vodka y quedamos para salir más tarde.

Cuando estuvimos medianamente listos fuimos al metro que quedaba más cerca del hotel, pagamos los 10 rublos que costaba (30 céntimos de €) y salimos en el centro. La idea era ir al Marstall, un bar con bailarinas en topless, pero el rumor de que iba a ser muy caro dividió al grupo de erasmus en dos. Yo me fuí con mis amigos al Marstall.

No nos decidimos...
Nada más salir del metro, esto es lo que vemos.

Ahí al lado estaba el Marstall
El Marstall está prácticamente enfrente de la catedral de la Sangre Derramada.

Después de todo el Marstall no era tan caro. Si llevas el pasaporte puedes entrar gratis, pero nuestros pasaportes los tenían todos los organizadores del viaje, osea: Mikko, y tuvimos que pagar 50 rublos los chicos y nada las chicas. Euro y medio.

Dentro el ropero era gratis y todos los de seguridad vestían trajes, con lo que daba una sensación de buen sitio. Nada más entrar ya estaban las bailarinas danzando y todas ellas eran muy guapas. Nos sorprendimos al ver que la cerveza costaba solo 50 rublos la pinta y nos animamos a beber y a bailar. Después de un rato ni siquiera mirábamos a las bailarinas.

Nos subimos a descansar a la planta de arriba después de un rato y camareras con vestido corto nos traían de vez en cuando una nueva ración de cervezas, con lo que nos lo pasamos bien los que allí estábamos: Michel, Margarat, Florian, Adam, Marta, Raquel, Peter, Sean y yo.
Un rato después nos encontramos con dos españoles que andaban por allí (si es que se nos nota…) y nos pusimos a hablar con ellos de mil cosas. Resulta que eran comerciales y estaban trabajando en San Petesburgo y hablamos un poco de las preciosas mujeres rusas y de algunas cosas más.
Ellos se fueron después de un rato a alguna otra parte y nosotros seguimos a lo nuestro, haciéndonos algunas fotos sin flash y a escondidas porque estaba prohibido.

Fiesta con tetas y sin Tetris.