Abstenciones

Estos días preveo poco tiempo para poder escribir por aquí y simplemente poner con cuentagotas lo que Javi me ha pasado sobre su experiencia en Joensuu, así que me quito el mono poniendo algunas fotos del viaje a Rusia que es lo que me muero de ganas por hacer.

Las cosas son así.

Osea que giro a la izquerda y allí...
Pasada la frontera rusa.

El vicio comienza
La vodka la peor droga. Fijaros en la cara de Thomas y decidme si no os inquieta un montón.

Dabuti
El amanecer desde el hotel en San Petesburgo

Mikko es el puto amo y lo sabe
Michel, Florian, Mikko y un servidor en el Hotel Sovetskaya de San Petesburgo

Están locos estos Rusos
Todo en cirílico.



Javi(3): Diario jueves y viernes

UN PEQUEÑO DIARIO (Lokakuu, 6-12)

Torstai 6:
En mi caso el primer día (jueves 6 de Octubre) fue tan impresionante como cualquiera de los que pasé en Finlandia. Para llegar a Joensuu, la ciudad donde vive mi amigo Santi, en la región de Carelia (centro-este de Finlandia) teníamos que coger dos vuelos y un tren.

Yo nunca había montado en avión y fue una experiencia irrepetible. Salimos a las siete de la mañana de barajas, pudimos ver amanecer en el avión y a media mañana llegamos a Frankfurt, desde donde cogimos el vuelo que nos llevaría a Helsinki, la capital de Finlandia. Ya en el avión tuvimos los primeros contactos con el inglés a la hora de hablar con los auxiliares. Llegamos a destino a las 14.30.

Si había parecido largo el vuelo de España a Finlandia (6 horas de viaje), más dura iba a ser la llegada a Joensuu. En el aeropuerto cogimos un autobús que nos llevaba al centro de Helsinki y allí pillamos por los pelos el tren de las 15.30. Todas estas prisas me recordaron a mi viaje de Interrail del verano anterior y me trajo buenos recuerdos. El tren hacía un recorrido de 5 horas atravesando el intrincado territorio encharcado del país. De esta manera llegamos a Joensuu a las 9 de la noche cuando ya hacía muchas horas que había anochecido. Allí nos esperaba Santi y su novia Patricia, junto con la tutora de esta última: una finlandesa rubísima con cara de finlandesa (véase la primera parte de este escrito). Pero esto era solo el principio.

Llegamos a Latolankatu al poco tiempo con las sensaciones que relaté algo más arriba. El barrio se preparaba para la (según parece) tradicional fiesta del Jueves en el “Scarpie” (Actually is Skarppi. N del T), un local que alquilan los Erasmus de Joensuu para hacer fiestas. Es una lástima que yo estuviera algo cansado del viaje de (echando cuentas… 14 horas) pero sobre todo por estar todavía algo acatarrado, sin embargo tomé algunas cervezas finlandesas (supongo) y respiré el ambiente fiestero Erasmus desde dentro. La fiesta estuvo muy animada aunque el no conocer a casi nadie me dejó la sensación de ser un forastero entre muchos buenos amigos.

De fies
Una típica fiesta

Bea contenta :)
Bea, disfrutando de la fiesta del Skarppi.

Un viejo amigo
Don Sancho, un vino típico espanjalainen aquí en finlandia.

Perjantai 7:
El viernes dormimos hasta bien entrada la mañana. Después marchamos a Keskusta, el centro de la ciudad (de Joensuu y de todas las ciudades de Finlandia…). Comimos en la cafetería de uno de los edificios de la universidad donde pusimos a prueba la confianza finlandesa:

Cuando vas a comer, ves frente a las puertas de la cafetería una gran zona de percheros donde los estudiantes van dejando sus abrigos y bufandas sin ningún cuidado de que alguien pudiera llevarse lo que no es suyo. Yo por si acaso me llevé la bufanda conmigo. Una vez en el interior cogimos las bandejas para comer como se hace en cualquier universidad de España. A los alumnos les hacían descuento enseñando un papel que era algo así como un carné para la cafetería. Sin embargo, a estas alturas del curso nadie lo enseñaba (a las cocineras no se les pasaba por la cabeza que alguien que no fuera de la universidad intentara ir allí a comer barato…), en todo caso hicimos turnos para que mi amiga Bea y yo comiéramos también por menos precio ya que los “carnés” no tenían foto. Finalmente hay un último detalle interesante: si bien la comida se servía en la típica barra por la que uno va deslizando su bandeja y sirviéndose, había una zona de buffet con ensaladas, panes y salsas donde nadie controlaba nada. De tal manera cualquier individuo ajeno a la universidad podría entrar, coger unos platos, llenarlos de ensalada y sentarse a comer totalmente gratis… Supongo que en la vida de la Universidad de Joensuu se podrá contar con los dedos de una mano las personas que se han atrevido a hacer eso.

Después de comer fuimos a alquilar unas bicicletas para nuestra estancia en la ciudad, vehículo indispensable, y pasamos la tarde paseando por Joensuu y al anochecer vimos el inmenso lago en el que desemboca el río Pielisjoki.

Un día de turismo en Joensuu
Turismo en Joensuu.

In the middle of Joensuu
El parque entre Länsikatu y Yliopistokatu. Osea, el centro.



Javi (2): Erasmus

Podría parecer extraño si le dijera a alguien que me ha impresionado más el ambiente Erasmus que Finlandia en sí.

Y es que una experiencia como el Erasmus deber ser vivida para comprender todo su alcance. Tengo una imagen muy nítida del momento en que llegamos a Latolankatu: un barrio acogedor donde nos encontramos con varios estudiantes con sus bicicletas a los que mi amigo Santi saludaba como si los conociera de toda la vida, con el trato de un antiguo barrio de pueblo, he incluso mejor porque allí todos son estudiantes y todos tienen la misma edad. En Latolankatu reina un ambiente de camaradería. Todo el mundo lo comparte todo si es necesario y si te encuentras con alguien por el camino cuando vas a la compra no te olvidas de preguntarle si quiere que le traigas algo. Se podría decir que los Erasmus son una piña, al menos es la impresión que yo recibí.

Por supuesto, habrá mejores y peores amigos, y gente con la que uno no se lleva bien. Y los inicios siempre son duros: Santi nos relataba como la primera semana no conocía a nadie. Pero en todo caso ves que la gente que hace Erasmus es principalmente buena gente, personas extrovertidas, y por regla general, tipos majos.

Espero que esto también ocurra en las residencias de otras universidades de otros países…



Javi (1): Finlandeses y Finlandia

Tal y como prometí (You’re spanish, so I didn’t believe you, me dijo Vibhor ayer) aquí están las impresiones de Javi respecto a su viaje junto a nuestra querida Bea a mi nueva tierra.

Dentro de poco le podnré fotitos, pero tendréis que ser ligeramente pacientes (aun no se las que pondré, cada día que estuvieron aquí saqué más de cien) .

Allá va:

A mi regreso de Finlandia, mi amigo Santi, a quien fui a visitar junto con mi amiga Bea, me pidió que le hiciera un pequeño diario sobre mis impresiones en cuanto al viaje. Aquí lo presento ahora, dividido en tres apartados.

FINLANDESES Y FINLANDIA

Hay varias cosas que pueden llamar la atención de un español en Finlandia. Verdaderamente no es tan solo el idioma lo que nos diferencia tanto de este pueblo. Si uno viaja a aquel país se encontrará con gente con una “fisonomía rusa” muy marcada. La mayor parte de la población tiene caras anchas y cabellos rubios, y normalmente narices pequeñas. Pero más importante es su temperamento: los finlandeses son gente fría (en gran medida, una obviedad). Les ves caminando por la calle con caras largas, incluso con expresión de tristeza o enfado. Sin embargo, si abordas a cualquiera de esos transeúntes para preguntarles cualquier cosa, dibujarán una amplia sonrisa en su cara y te ayudarán en todo lo que puedan. Y no creo que lo hagan con hipocresía en absoluto.

No obstante, todos son seres humanos y también encontraremos a plena luz del día (y de la noche) a bastantes borrachos crónicos. Si bien todos con los que yo me topé en mi breve estancia eran más o menos inofensivos.
Hay otro punto en contra de los finlandeses: su exceso de frialdad. Según me contaron, está prohibido (o al menos muy mal visto) el acariciar a un niño pequeño. Un educador tan solo tiene permitido darle un toquecito de apoyo en la espalda. Quién sabe si ese sistema de educación no será el que forje a los alcohólicos del futuro, aunque pensándolo bien, siendo éste uno de los países con menos delincuencia del mundo, casi lo prefiero así.

Tuve la oportunidad de ver una escena muy típica en Finlandia cuando esperaba un día el autobús: los fineses van llegando silenciosamente a la parada, en la ocasión que relato, sobre todo madres con niños, y esperan el autobús sin hacer un solo ruido, incluso mirando al infinito, no fuera a ser que el cruzarse la vista con otro pudiera ofender. Me dijeron incluso que en Finlandia los perros no ladran.

Pero si de algo hay que calificar a los finlandeses (al menos a la mayoría) es de honestos. Allí nadie roba a nadie, y según me relataron, si pierdes por ejemplo, una bufanda, cuando vuelvas al lugar donde creíste perderla, con toda seguridad la encontrarás atada a un árbol.

Si tengo que hacer un balance de los pros y los contras de ambas sociedades, personalmente, yo me quedo con Finlandia.