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Finnish Friend Programme

Hará cosa de dos o tres semanas, cuando mi correo (Posti) hervía de postales (Gracias Martín, me hace muchísima ilusión recibir postales) y de cartas, me llegó la notificación de que dentro de poco se celebraría el meeting del Finnish Friend Programme.

Por un descuido miré mal la fecha y decidí pasar del evento, pero poco más tarde se me informó de que no, de que no solamente me había equivocado sino que además estaba a tiempo de ir a conocer a mis amigos fineses.

El Finnish Friend Programme es algo extraño, al principio nadie rellenó la solicitud pero ahora todo el mundo quiere conocer a sus tales amigos fineses. Yo que fui avispado, precavido y rellené mi solicitud (eso sí, fuera de tiempo) casi un mes antes de llegar a Finlandia tenía asignados unos.

Mis motivos para rellenar la solicitud eran algo egoístas: saunas, ricas comidas finlandesas, alguien que conozca cosas sobre el país y pueda contármelas y algúnque otro viaje para conocer más el país. A cambio pensaba enseñarles… a hacer tortilla de patatas. Aunque he de decir que es extremadamente cotizada fuera de España y que, modestia aparte, la mía es bastante buena.

El día de la reunión me fui al meeting del teatro. Una de nuestras amigas se esquivocó de día del presentación del curso de teatro y al final Marta, Bjarne, Patricia y yo nos quedamos tomando un té en el Kerubin (Also known as Student Union Café).
Cuando ví que era la hora del meeting me puse en marcha hacia el edificio Aurora, uno de los principales en el campus de Joensuu.

Allí llegué como siempre un pelín tarde. Había una mensa a la entrada de la cafetería del Aurora en la que una señora de mediana edad y falda y jersey oscuros estaba sentada. Otras dos señoras estaban de pie, una con el mismo uniforme que la anterior y otra con unos vaqueros claros y una camisa de manga larga blanca y estampado de flores.
La señora que estaba de pié con el uniforme oscuro, que más tarde averiguaría que se trata de Anna Heino, nombre que no os dirá mucho, pero que es la encargada de llevar los asuntos del Finnish Friend Programme.

La otra señorita sin embargo era mi amiga finesa (el Koskenkorva, licor parecido al vodka, de 40 grados de graduación es otro de mis Finnish Friends), Aila.
Los demás amigos fineses, con sus respectivos estudiantes Erasmus estaban ya todos dentro. Yo me disculpé con Aila de mi tardanza, dejé me abrigo en el ropero y entré con ella pidiendo mil perdones, aunque mi retraso fue por mi clásica mala planificación de los tiempos.

Aila me llevó a una mesa que tenía el apellido suyo y el mío: Turunuen – Hernández. En la mesa estaba sentado un hombre alto y corpulento. Su nombre era Risto y era también mi otro finnish friend.

Según me contaron los apellidos terminados en -nen en Finlandia significan «lugar de», y el noventa por ciento de los apellidos del país acaban de la misma manera. Yo les conté que la terminación -ez de los apellidos españoles era también muy común y significaba «hijo de».

Tenían sobre la mesa el papel que envié al programa y me estuvieron haciendo preguntas sobre Alcalá en particular, España en general, mis aficiones y el resto de cosas que estaban en el papel. Alrededor nuestro, la cafetería del Aurora (Ravintola kahvila, creo) había muchas más familias finesas con sus respectivos amigos de todas partes. Pude ver por allí a muchos amigos míos y muchos conocidos.

Mientras hablábamos tomábamos un té (no me gusta demasiado el café finlandés [1]) y un extraño pero delicioso pastel típico de Carelia, además de una tarta de manzana más que decente.
Después del turno de preguntas, me contaron algo sobre ellos. Aila es profesora de un colegio, a veinte kilómetros de Joensuu; Risto es profesor en la universidad, en el área de literatura; me dijo también que si tenía algún problema el solía estar en su despacho, en el Agora Building, cerca de donde estoy casi siempre.

También me dijeron que estaban juntos desde hace muchos años, pero que no era un matrimonio. Eso podría sonar raro a alguien de España, pero como para mí me parece una solución magnífica: lo que querría para mí también lo querría para los demás. No obstante les conté que las cosas en España estaban más enfocadas al matrimonio, pero que empezaba a haber muchas parejas que no se casan. (They are livin’ on sin, decía en broma cuando le contaba esto a mis amigos)

Muchas veces en la conversación tuve que excusar mi inglés, que yo creo no muy bueno pero que al menos vale para que la gente me entienda. Lo que más me falta es vocabulario, pero más o menos voy cogiendo palabras nuevas cada día (branch es rama, hover es horno, cosas así). Risto habla un inglés bastante bueno, pero su voz tiene un tono demasiado bajito y tengo que prestarle toda mi atención para tratar de captar todas las palabras.
Aila sin embargo tiene una buena voz y habla inglés bastante suelto. Con ella no tengo problemas para entender nada. Cuando habla, abre mucho los ojos azules detrás de sus gafas de patilla metálica y gris. Es una interesante combinación de personas.

También me contaron que estaban estudiando Español, y que su profesor es un sevillano llamado Antonio. Estudiaban creo que dos días a la semana, en total unas cuatro horas; más o menos lo que estudio yo de finlandés. Hablamos algo sencillito en Español y después seguimos hablando de muchas más cosas.

En un momento dado me preguntaron que por qué estaba interesado en el finnish friend programme; que qué era exactamente lo que esperaba de ellos. Claro, no iba a decirles lo que dije arriba. Pensé rápido y les dije que conocer gente finlandesa, ya que los erasmus tienen tendencia (sobre todo los españoles, el spanish ghetto) a juntarse entre ellos y que deseaba aprender cosas del país de gente que viviera allí.
Parece que mi respuesta les satisfizo y acto seguido les pregunté que qué era lo que esperaban ellos de mí. Me dijeron que era la primera vez que se apuntaban al programa de intercambio y que habían sido muy recomendados a hacerlo este año, que siempre era gratificante conocer a gente joven que viene queriendo saber cosas del país y que ellos también querían aprender cosas de España.

Al final, cuando no quedaba casi nadie en la reunión, intercambiamos teléfonos, emails y direcciones y prometimos vernos en su casa el martes 27 (ayer).

Con muy buen sabor de boca cogí mi bici y me fuí a la fiesta de casa de Bjarne.

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