Me pasa que cuando no cojo un avión cada cierto tiempo (supongo que esto hace unos años me hubiera parecido una presunción por mi parte) me viene un no-se-que de querer esa sensación de empuje contra el asiento y ver que, efectivamente, un bicho de varias toneladas vuela, con esa sensación de vacío cuando se está elevando. Eso y el aterrizaje, que es un arte y se nota cuando aterriza el que sabe y cuando el que está aprendiendo (si estabas dormido se nota fácil: aplausos cuando ha sido malo malo; aunque a veces puede malo pero está hecho con muchisimo arte [1]).
Y sólo eso, aterrizaje y despegue, porque en todo lo demás es el medio de transporte más coñazo inventado por el hombre, y eso empieza incluso antes de despegar, con las colas y esperas en el aeropuerto. Y luego dentro a esperar tocan, y es incluso más coñazo que el autobús Sevilla-Madrid o, ya puestos, el Coruña-Madrid (estos paran de vez en cuando).
Justo el otro día pude volar, y al llegar a Berlín pude ver que había niebla en la ciudad, porque se veía la parte de arriba de la fernsehturm [2]sobre las nubes, y no había ni un resquicio, con lo que ya me estaba imaginando que de visibilidad en la pista cero… y así fue hasta los últimos diez-veinte metros de aproximación.
Por eso me gustó encontrar este vídeo en el que pasa algo más o menos parecido en el aeropuerto de Helsinki al atardecer. Esas cosas tienen que dar mucho miedo a los pilotos… y a la gente.
P.D. Pedid los asientos junto a la salida de emergencia: tienen hasta un 30% más de espacio para las piernas.
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