Rusia(2)

Una vez pasada la estación de servicio llegamos a la frontera en diez minutos. Mikko, el grande, el inimitable, el único, el «lider» de la expedición nos dijo por el micrófono del bus que estaba terminantemente prohibido sacar fotos en la frontera, que podíamos tener problemas si lo hacíamos, así que nadie hizo ninguna foto.

En el lado finlandés de la frontera tuve algunos problemillas por el mal estado del mi pasaporte.
— Se te ha caído agua encima? — me preguntaban
–Er… yes.
En realidad había pasado por mil bolsillos al viajar dos interrailes conmigo y usarlo como cartera al principio de mi Erasmus, con lo que se había desgastado bastante.

El tipo del lado finlandés de la frontera lo miró, lo remiró, le dió la vuelta, comprobó que no estaba pegado con pegamento y al final me lo dió y me dejó pasar.

Mientras avanzamos por la frontera entre los dos países se podía ver a una larga lista de camiones, esperando para entrar en Rusia. Adam, que estaba sentado al otro lado del pasillo del autobús pero a mi lado me contó que había gente que perdía literalmente la cabeza estando en las cabinas de esos camiones bloqueados en la frontera, y que se podían escuchar por las radios cosas extrañísimas por las radios: gente diciendo todos los tacos que se sabían uno tras otro una vez tras otra (all work and no play makes Jack a dull boy) y cosas por el estilo. Él lo sabía por tener amigos trabajando de ello en Polonia.
En el lado ruso de la frontera se repite la cosa, les enseño el pasaporte y esta vez sólo comprueban mi visado (con mi nombre escrito en caracteres rusos) y me sella el pasaporte. Estoy en Rusia al fin. Una hora más en el reloj. Dos horas más respecto a España.

Nos subimos después del chequeo general al bus y viajamos durante treinta minutos más o menos hasta pararnos en una estación de servicio.