Impresiones de un Erasmus preparando su regreso

De mi blog personal de aquellos días. De mi vida finlandesa. Mayo de 2006

Transición paulatina, despacio.

Como intentado facilitarme la adaptación al clima que me encontraré de vuelta en las tierras de Breogán, el cielo de Finlandia comenzó a llorar dos días atrás. El olor del asfalto caliente recién mojado por la lluvia o el de la hierba húmeda tras varias horas seguidas lloviendo, el cielo gris y el suelo brillante. El aire fresco metiéndose por debajo de la chaqueta o refrescándome los pies encajados en unas chancletas (me encanta esa palabra). La vegetación de nuevo verde y espléndida. Las gotas de agua en la cara y el aire húmedo que las lleva. Aún así no me siento como en casa. Falta mi gente sobre todo, pero no me siento en casa por más cosas: Puedo dejar la bici sin candar en medio de la calle un día entero y seguirá allí. En Pontevedra el hecho de andar en bicicleta me convierte en objeto de muchas miradas de señoras enfundadas en sus abrigos de piel, o de nacionalistas-comunistas-new age con coches de lujo a los que no les permito transitar con toda la comodidad que ellos creen merecer en las zonas peatonales en las que chulean sobre ruedas su poder adquisitivo o posturean sin ellas en las terrazas. Puedo ir a la universidad y hablar con un profesor de persona a persona, y no tengo que hacerlo de alumno-sumiso a profesor-todopoderoso. Al ir a hablar con él, puedo dejar en la entrada del edificio mi chaqueta -en las perchas instaladas a tal efecto- con mil quinientos euros dentro, que allí estarán, incluso dentro de dos semanas; a no ser que un español ande listo. ¡Eso es! Aquí si robas eres un ladrón, en España si lo haces eres el más listo. Puedo confiar en que todo el mundo se adaptará a las reglas, conscientes de que eso tiene como consecuencia una sociedad perfectamente estructurada en la que todo funciona, en la que los funcionarios son funcionarios (del verbo funcionar), y que, como dice Manuel Gallego, provoca envidia social en los foráneos que lleguen y que son siempre bien recibidos.
Pues con la luz grisacea que entra en mi habitación, y con la temperatura perfecta que siempre tenemos en el interior, me pondré a estudiar para el último examen que tengo que hacer en Finlandia el martes y os dejo hasta más ver

Gracias Santi por pensar en mí para participar. Bienhallados todos.