Estudio comparativo del comportamiento social o la (anti-) fiesta finlandesa

Es curioso lo que varían de una cultura a otra la forma de interactuar con los demás. Creo que eso fue lo primero que me llamó la atención de Finlandia, y que a día de hoy me sigue sorprendiendo.

Una de las batallitas que más cuento a mis amigos españoles es lo que yo vi, con una perspectiva muy española, la primera vez que estuve en una fiesta en Finlandia. Siguiendo con mi serie de anécdotas de abuelita sobre Finlandia, os lo cuento aquí.

Una fiesta en Finlandia
Una fiesta en Finlandia. Estos son Erasmus.

Mi primera fiesta finlandesa y lo que fui viendo

Pues bien, hijos míos, la primera vez que fui a Finlandia tomé un vuelo Madrid – Helsinki. Una vez en el destino, fui con mi pareja (por cierto, finlandés) a casa de unos amigos suyos, que es donde íbamos a pasar la noche.
Estos amigos habían preparado una fiesta en nuestro honor. Al preguntar cuándo empezaba la fiesta y quienes serían los invitados, me contestaron que la gente empezaría a llegar de un momento a otro, y que de hecho ya habían llegado algunas personas. Me dijeron que no sabían quién venía, porque todo el mundo era libre de ir y venir a su antojo, y no habían pedido confirmar asistencia.
Yo miré a mi alrededor, y no vi vasos preparados, ni platos con algo de picoteo, ni botellas listas para abrir. De hecho, mi chico salió un rato para ir a comprar nuestras bebidas. Me quedé patidifusa.

Entré en la casa y saludé a un par de personas que ya estaban allí y que conocía. Me senté con ellos y me puse a charlar.
A cabo de un rato, llegó un chico que se quedó parado en la puerta de la habitación en la que estábamos sin saludar a nadie. En cuanto me di cuenta, me levanté, le estreché la mano (me habían dicho que los finlandeses no besan, y no quería asustar a nadie) y me presenté. Resultó que el chaval era el hermano de mi chico, al que yo todavía no conocía.

Después llegaron más personas. Casi todos ellos se quedaban parados en algún sitio discreto sin decir ni mú, y todos ellos traían una botella de lo que querían beber, y que no compartían con nadie.

Fiesta de diferentes nacionalidades
El nombre de esta foto en mi ordenador era «spanish party1.jpg».

Al principio no me di cuenta del comportamiento que mostraban todas estas personas. Cada vez que llegaba uno, me levantaba e iba a saludar. Pero después de saludar a 6 ó 7 personas, pensé:

– ¡La que está aquí soy yo, y los que deben venir a saludar son ellos que son los que llegan! ¡Esto se le permite a un niño, pero no a un adulto! (¡Toma la idiotez!).

Así que a partir de ese momento no conocí a nadie más en la fiesta, porque, gracias a Dios, a ninguno se le ocurrió saludar a nadie, y yo me puse cerril en cuanto a la «buena educación». El que quería, se arrimaba a alguien ya conocido, pero nadie ampliaba su horizonte social.

Como la puerta de la casa estaba abierta, la gente entraba y salía como quería, y se iban distribuyendo por las habitaciones de la casa donde había algo que les gustaba: la música, el coche o donde hubiera más ambientillo. Muchos de ellos estaban solos y de pie contra la pared, dale que te pego con la botella que se hubiesen traído. Lo único que hacían era mirar a su alrededor.

Lo que aprendí en la fiesta de esa noche

He de decir que me lo pasé en grande en esa fiesta por la sencilla razón de que me enganché al principio con unas cuantas personas muy divertidas, y estuve toda la noche con ellas. Sin embargo, con la cantidad de gente que había en la casa (más tarde me dijeron que en la hora punta había habido unas 30 personas), no hablé con nadie más.
La ventaja que tiene todo esto es que no armamos mucho barullo, y no hacía falta levantar la voz para que te oyeran.

Botella de Don Sancho
El «Vino Español» Don Sancho.

Hasta que fui a Finlandia, pensaba que una persona que va a una fiesta, donde se supone que vas a ver a la gente de forma relajada, y que se quedaba en un rincón, era porque esa persona no quería ir a la fiesta y acudía por compromiso.
Ahora que he estado en Finlandia, y he ido a fiestas donde había una proporción muy alta de gente que no hablaba con nadie, me pregunto por qué demonios quieren ir esas personas a la fiesta. Si alguien sabe la respuesta, soy toda oídos.

He viajado ya unas pocas de veces a Finlandia, y he ido a unas cuantas fiestas, reuniones, cenas, salidas y similares. Siempre me lo he pasado muy bien porque tengo amigos allí que son muy divertidos. No obstante, todavía me encuentro en situaciones similares a las que acabo de contar, y todavía me sorprendo porque, como soy un poco dura de mollera, no he conseguido que me entre en la cabeza el comportamiento social finlandés.