Cena con Risto y Aila(2)

El salmón ahumado estaba delicioso (haz click aquí para leer la primera parte de este post), y la sopa estaba también espléndida, de modo que le dimos fin en poco tiempo. Si mal no recuerdo no había pan, y es que los finlandeses creo que no son muy dados al pan tal y como lo somos en España, sino que toman más pan negro que blanco y cuando lo toman blanco lo hacen con grandes cantidades de mantequilla; cosa, según parece, muy normal en el resto del mundo.

El vino con el primer plato

Para acompañar el salmón Risto abrió una botella de vino blanco. Justo debajo de la escalera y al lado de una estantería, Risto tenía un botellero en el que había unas veinte botellas de distintos vinos. El que sacó era un vino francés bastante decente que pegaba bastante con el pescado que estábamos comiendo y antes del segundo plato Aila, Risto y yo nos habíamos acabado la botella mientras hablábamos una vez más del alcoholismo de los finlandeses. Yo ya empezaba a estar un poco borracho por entonces.

El segundo plato

De segundo plato Risto trajo al principio una especie de bayas de medio centímetro de espesor y que probé solas, coincidiendo con el aviso de Aila que solas podrían estar algo malas. Después de probarlas solas las tomé como había que tomarlas: junto a puré de patatas y carne de reno.

Carne de reno
Estos son los ingredientes, aunque lo que preparó Risto tenía muchísima mejor pinta. Fuente (CC: by)

La combinación de las tres cosas era una delicia, y además era la primera vez para mí que tomaba el reno. Realmente las bayas rojas estaban deliciosas dándole un buen contrapunto a los sabores de lo demás. De paso me enteré de que reno en inglés es reindeer y que alce es elk. Para el reno Risto sacó una botella de Valdepeñas de su botellero que nos bebimos con ilusión, aunque rechacé una segunda copa para no acabar demasiado borracho con mis amigos fineses.

El postre: Leipäjuusto

Tras esto nos fuimos al salón y me trajeron un poste típico del norte de Finlandia, compuesto de trozos de una fruta de aspecto similar a la naranja, pero más amarga y con más pepitas servida fría sobre un trozo de queso de reno fundido y puesto al grill y aún caliente. La combinación de ambas cosas era una delicia, y, como del resto, no dejé nada.

Finalmente nos tomamos un par de tazas de té mientras me enseñaban algunos de los libros que tenían y hablamos de libros mientras tanto: Bukowski, Nick Hornby, etc y los libros españoles y en español que tenían. Risto, como buen profesor de literatura y estudiante de español al mismo tiempo se estaba leyendo El Quijote y Cien años de soledad. También tenían algo más de García Márquez y no recuerdo si alguna otra cosa.
También me enseñaron el libro que había escrito Risto sobre la lengua finesa y le seguimos dando un repaso a todos sus libros, con recomendaciones por ambas partes incluídas.

Mientras comíamos estuvimos escuchando el último cd de Coldplay y cuando este terminó, ya en la parte en la que estábamos tomando el té, me enseñaron el disco que compraron cuando estuvieron en Barcelona, el disco de Bebe, sobre la que tuve que confesar que no me gusta nada.

Nos acabamos mientras hablábamos los tés y les dije que era hora de irme, ya que realmente era tarde y hay un gran paseo entre Noljaka y Rantakylä. Les ayudé de nuevo con las tazas y comenzamos a hablar sobre lo que podíamos hacer la siguiente vez que nos vieramos. Risto me dijo que si me gustaba pescar y le contesté que nunca lo había hecho, así que podíamos quedar para averiguarlo.
Quedamos en un día pero le avisé de que a lo mejor mis amigos venían antes y que quería atenderles lo más posible, de modo que le dije que le enviaría un email confirmando o cancelando.

Nos despedimos y me dijo que si necesitaba una luz para volver a casa, que era muy importante llevar una en la bici, le dije que no había falta y me puse mis botas.
Antes de irme le pedí consejo a Aila sobre la ropa de invierno que debía llevar y me dijo que lo mejor para el invierno eran unas manoplas de cuero por fuera y de borreguillo por dentro, y me enseñó su staff de invierno para que me fuera haciendo una idea. Finalmente les dije adiós y me fuí.

En el camino a casa no encontré a nadie por la calle, salvo a tres personas en la puerta de un bar. Me sigue pareciendo extrañísimo.