Cosas que echo de menos en el extranjero (2): El sol

El sol, que no el calor abrasador.

Vivir en el norte o centro de Europa no es siempre un camino de rosas para alguien que viene del sur. Aparte de encontrarte con un carácter un poco más cerrado (a priori, pero una vez pasada la primera barrera son buenos amigos), uno se encuentra que, por lo general, todo son días nublados.

Y es que en España estamos mal acostumbrados. Cada vez que volvía de algún otro país a pasar unos días en España, la cosa no tenía color: un sol de impresión y varios grados por encima de lo que venía siendo habitual. Sirva como ejemplo reciente el mes que pasé en Berlín, que completamente despejado hubo dos días de 30. Y más nubes que claros y todo nublado el resto de días.

Raquel me contó, al comentarle lo mismo en Finlandia, que cuando ella vivía en Londres un rayo (y un rato) de sol era un acontecimiento tal que podía distinguirse a la gente que venía de Italia, Grecia o España porque estaban todos de en la parte del sol, simplemente mirando al cielo. Y algo así sentía yo en su día, tanto que le dediqué un post a un día de sol.

Total, que un día no se nota, una semana se hace raro, pero no ver el sol en un mes o en meses es una desesperación (y si a eso le juntamos que puede ser invierno y que apenas haya horas de luz…). Y cómo se echa un día soleado de menos… si habéis estado fuera me entenderéis: lo primero que hice después de no ponerme las gafas de sol durante el último mes en Berlín fue ponermelas en seguida. Y da gusto, mucho gusto.

Un día de Sol

Bonus: The Velvet Underground – Who Loves the Sun.mp3 (+++)